El jueves corrí cinco kilometrillos. No mucho, apenas media hora a ritmo un poco lento, pero más que suficiente para desoxidar mis articulaciones.
Para el viernes tenía planes, que se vieron truncados por el fallecimiento de la madre de un amigo y el correspondiente desplazamiento al tanatorio de Sevilla.
El sábado, después de arreglar la asistencia del limitador a una jornada en El Rocío, salí a montar en bici, una vueltecita con bastante frío, unos 11ºC de media. Cuarenta km que me supieron a gloria, reencontrándome con la Scalpel, que se confirma como un velocípedo campestre espectacular:
Subidita con escalenes y raíces. |
Esas bajadas se pasan en un suspiro con la Cannondale. |
Pequeño receso. Soledad. Silencio. Paz y calma. |
El domingo amaneció un día completamente distinto, soleado al máximo, ni una nube en el horizonte. A pesar de todo, la previsión de viento muy fuerte del Noreste no se cumplió, y la cosa quedó en un Noroeste, a ratos Norte, para cometa grande.
Los que más aprovechamos fuimos Abellán y yo, que nos metimos enseguida. Al principio con las cometas frenadas y apretando el culo por momentos, pero poco a poco la cosa se fue volviendo menos y menos violenta, hasta que finalmente se cayó del todo. Pero algunos habíamos aprovechado la mañana.
Satisfecho de mi primera incursión en la Ría de Punta con Norte, se añade otro spot a mi colección. Cierto es que esperaba más peligro, por las innumerables leyendas que corren sobre la peligrosidad del sitio... pero bueno, hoy fue un día raro, fácil, rematado por un arroz magnífico en casa de Luiki, con la compañía de todo el grupo habitual cometero y sus limitadores respectivos.
Un par de instantáneas del día:
Ahí, esa cometa navegando a la derecha, el menda. La azul y negra es Luiki estrenando su nueva 10 metros. |
Ahí está el tío, recién aparcada la cometa. La sonrisa de la satisfacción, sin duda. |
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