La Reina de Africa |
Todas, o casi, buenas motos para todo, para el día a día. Asequibles en su conducción, poco exigentes con el mantenimiento, viajeras incansables, indestructibles, sí, pero ¿mejores que las de hoy? ¿No hay sustitutas? ¿Mejor la XR600 que las actuales HVA 630 y KTM 690? ¿Mejor la Africa Twin o la Superteneré que la F800 GS o la 950/990 Adventure? ¿Mejor la R80GS que las 1100/1150/1200 GS? ¿Mejor la Tenere que la XT660Z?
La réplica que todos soñamos |
Y que no se vendan en Hispanistán por cuestiones medioambientales esas buenas motos sucesoras y evolucionadas procedentes de la DR650 o la KLR o tantas otras, no quiere decir que las de antes sean mejores.
Nunca entendí esa cerrazón, ese cegamiento y obstinación por defender lo indefendible. Ya lo he visto en el mundo de los coches, incluso en el de las bicicletas.
Creo que es un error motivado por algún tipo de mecanismo sicológico de defensa. Quizá una evocación de nuestra juventud o niñez, cuando éramos más fuertes y rápidos, más aguerridos, más valientes, y sobre todo más felices. En aquella época idealizamos ciertas cosas, y a partir de ahí las recordamos como algo increíble… pero en verdad no lo eran tanto.
¿Quién no recuerda con pasión aquella gran película o ese magnífico coche de sus primeros paseos con la novia? Y hoy vuelve a ver la peli y piensa “madre mía, menudo bodrio, que aburrimiento, y encima los efectos especiales son de pena”. Nos asombramos con nosotros mismos al pensar que en su día esos rayitos láser de Star Wars nos parecían tan reales, o las peleas de Godzilla, o la aparición de King Kong en lo alto del Empire State –qué realismo, por Diossss-.
Por no hablar de conducir de nuevo un Fiesta (de los primeros, un Forfi), un 1430, Simca, Talbot, un Fura o un R-5. Cualquier moto o coche de hoy es no mejor, sino muchísimo mejor: más seguro, más rápido, consume menos, sus suspensiones son más eficaces, su comodidad, la información que otorgan, todo es mejor.
No estoy de acuerdo con la idea de aquellas monocilíndricas de los 90 que eran impresionantes… eran, simplemente, lo que había. Y si hoy la oferta es más reducida en cuanto a monocilíndricas refrigeradas por aire y alimentadas por carburador, es sencillamente porque:
a) el público consumidor ha dejado de demandarlas (obviamente, los fabricantes no son tontos).
b) hay una cosa llamada normas antipolución que rigen en la desunión europea, según las cuales no tienen cabida los cilindros de gran cilindrada unitaria unidos a carburadores, ruido y emisiones.
Moto para practicar trail, sin duda |
Además, ¿impresionantes en qué? ¿En sus suspensiones de chiste, chasis de chicle, motores faltos de punch?
Y todo se rompe. Miren ustedes, ya expliqué que andaba dando vueltas a la compra de una moto. En esa búsqueda, la Honda Dominator se perfilaba como una buena candidata. En todas partes se puede leer que es una moto perfecta para ir de aventura: dura, fiable, económica, irrompible, y lo mejor, con un buen precio y que después, el día de mañana, cuando me aburra de ella, la podría volver a vender prácticamente por lo que me costó, incluso por más. JA. Uno lee más y más, y como hablo el inglés, pues incluso leo en foros foráneos. Y resulta que no todo es de color de rosa, y que quemaban reguladores como rosquillas, y queman aceite que da gusto, y que se suelen partir asiduamente los cables del velocímetro, por lo que prácticamente es imposible saber el kilometraje real de una Dominator usada. Que las fibras, aunque escasas, son delicadas y muy caras, que el amortiguador trasero, en cuanto le exijas un poco fuera de carretera morirá enseguida…
Esto se puede aplicar a prácticamente cualquiera de las motos ofertadas de aquellos maravillosos años. Las XT, legendarias ellas, también tienen sus cosillas, por ejemplo.
Se me han quitado las ganas de comprar una moto de quince o veinte años para viajar con ella. Quiero una moto para eso, para ir de aventura, ¡no para que el tener esa moto se convierta en una aventura!
Pero esta entrada no va dedicada a criticar o elaborar un catálogo de vicios ocultos. En cambio, va destinada a aquellos que quieren adquirir o cambiar de moto, pensando que lo de hoy no vale, cuando en realidad vale todo, o casi todo. Y recuerden que no hay moto mala, sino compra equivocada.