Lo anodino hecho bici de descenso, la verdad |
Pero es que esto ya es el acabose: uno la ve y no sabe si está ante una Trek, una de las últimas Norco -que también ha ido perdiendo poco a poco su identidad, todo sea dicho-, o una Sepcialized. No me considero un purista en nada, y mucho menos en el tema de las bicis, y no soy realmente talibán seguidor o afin en exclusividad de un fabricante en concreto. Al contrario, pruebo de todo, y la verdad es que me gustan todas. Asimismo, soy consciente de que, sobre todo hoy, un fabricante está para ganar pasta, no para hacer cuadros que entusiasmen a tres o cuatro nostálgicos del diseño ochentero, o a dos exquisitos de los acabados y piezas de calité extraordinaria, no.
Kona, como todos, lo que tiene que hacer es vender, y su producto está ahí. Lleva dos o tres años en la cuerda floja, después del pinchazo de la burbuja del freeride, y ahora trata de ganarse esa parcela que perdió, sobre todo tras la huida de Fabien Barel de sus filas. La prueba son las magníficas bicis de doble suspensión que tiene en catálogo ahora mismo, tanto en 26 como en 29 pulgadas, que son además de buenas máquinas, bonitas de verdad.
Volviendo al prototipo 2014, vemos una parte delantera de fibra de carbono, con la bieleta de la suspensión y la parte trasera -vainas y tirantes- en aluminio. La pipa de la dirección sobredimensionada tiene un ángulo bastante radical de sólo 64 grados, bastante habitual en las antecesoras -Kona Stab, oh que gran máquina-, y presenta algún detalle curioso como esa guía para el cableado totalmente inédita:
Mola tela la chapita de la marca ahí puesta. |
Espacio para montar la rueda más gorda del mercado, y magnífico acceso al amortiguador: chapeau! |
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