Me fue imposible relanzarla de nuevo, y tuve que arrastrarla hasta la orilla.
El fondo es cenagoso, y oculta bajo el fino lodo todo tipo de conchas, hostiones, restos de cañas ribereñas y elementos cortantes afines. Aprovechando que me cubría por la rodilla pude hacer acopio de fuerza y traccionaba clavando los pies, hundiéndolos en ese barro, inclinándome contra un viento racheado que se obstinaba en ponérmelo todo en contra.
Por fin, soltando el sistema de salvamento, dejé la cometa sin fuerza y pude alcanzarla para sacarla con tranquilidad, lo que causó un enorme embrollo con las líneas. Es el precio a pagar por tener un sistema que puede salvar tu vida...
Una vez en casa me entretuve durante más de una hora en desliar la desordenada madeja en que se había convertido la barra, y procedí a reafirmar las consecuencias que tuvieron lugar en mis pies:
casi 4 mm de profundidad |
las de los dedos son las más molestas |
tuve que raspar bien a fondo para extraer los restos de barro del interior |
el corte del meñique fue el último que descubrí, tiene su miga |
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