Pues ha llegado el momento.
No soy aficionado a los SUV, es cierto, porque reconozco que yo no les sacaría rendimiento... pero no es el caso de un querido amigo que estuve visitando este fin de semana. Vive en Sotogrande, una conocida urbanización pija en Cádiz, que se caracteriza, entre otras cosas que ahora no vienen al caso, por estar plagada de unos molestos badenes en forma de gibas de camello que atraviesan las calle por doquier y son inesquivables -palabro que me acabo de inventar sobre la marcha, toma ya-.
Después de reventar un Saab, dejar hecho unos zorros un Golf y un Serie 3 frutero, y viendo que mi amigo no es dado a aminorar la velocidad aunque físicamente sea lo más recomendable, finalmente optó por comprarse un SUV, que viene a ser un todoterreno con acabados de turismo, un campero venido a menos al que se le suponen ciertas cualidades off-road.
Bien, el concepto no me lo he currado, pero es que el tema está muy manido ya. No creo que nadie ignore lo que es un SUV, normalmente asociado a marcas de "lujo", coches grandes, gastones, caros de comprar y de mantener, incómodos en ciudad, lentos en carretera, aburridos en autopista.
Pero, como en todo, hay SUVs y SUVs. No es lo mismo un Chevrolet Captiva como el de mi compañero de trabajo Manolo S., que el Land Rover Discovery III que tiene mi amigo de Sotogrande.
Es posible que el Discovery esté en el límite de lo que puede considerarse un híbrido, y las diferencias con el fantástico Range Rover se disipan a cuestiones técnicas o de equipamiento, amén de la estética y el target de cliente final.
O sea, que partiendo de esta aclaración, creo que queda claro que el Discovery es un pedazo de carro. Porque, sí, me ha gustado, Me ha dejado un buen sabor de boca.
El aparato, guay. |
Es por ello que este chisme venga equipado con un inventillo llamado "terrain response", un selector que adecúa las características de los diferenciales en función del terreno por el que nos vayamos a mover. El auto probado era, además, automáctico, un cambio por convertidor de par de seis velocidades, y está dotado con reductora y transmisión total permanente y no desconectable.
Sus acabados son majestuosos, casi. El coche tiene ya unos cuatro años por lo menos, y mi amigo suele coger los badenes de Sotogrande a buena velocidad, amén de -conociéndolo como le conozco- exprimir las dotes dinámicas en carretera al máximo, y de momento no tiene grillos, chirridos, holguras ni otras molestas características de coches de inferior categoría. Y les digo, buenos materiales, estupendos ajustes, presencia impecable.
El motor va muy muy suave, no es nada escandoloso, al menos escuchado desde el interior con las ventanillas cerradas. Empuja con consistencia, y cabe señalar que, curiosamente, este coche está limitado a 180 km/h reales, que vienen a ser entre 190 y 200 de marcador. El que quiera correr más tendrá que pillarse la versión 4'4 de gasolina.
Pero vamos, que ya les digo yo que con el motor V6 de casi tres litros y turbo, este Discovery se mueve perfectamente, lo que es loable teniendo en cuenta el volumen y peso del mastodonte. Los frenos son buenos, más que suficientes, y su tacto es bueno, al igual que la dirección.
La postura de conducción es bastante natural, no tuve que ajustarla apenas, sólo la distancia al volante, y eso que mi amigo me saca una cuarta...
Cuando lo probé llovía, y pasé por algún charco y algo de barro. Sin problemas. No noté derivas raras en rotondas, y su suspensión neumática tiene un gran compromiso entre confort y estabilidad.
El menda comentado impresiones con el dueño, de copiloto y fotógrafo. |
Estupenda máquina para viajar, cómodo, relativamente rápido, acojonante desde el punto de vista del retrovisor ajeno, y demostrador de cierto status social.
Por lo tanto, puede molar, tiene potencial. No es para mí, pero reconozco que tiene su aquél.
Como prueba de que me ha gustado bastante, esta otra toma congelada en el tiempo y el espacio demuestra que voy contento:
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