Hizo un buen viento para mi situación de perfeccionamiento, pero había oleaje y mar de fondo, y una intensa corriente que dificultaba mucho volver al sitio de salida. Bah, detalles...
Aprendí, siempre aprendo algo. Se me cayó la cometa una vez por ahí dentro, a cincuenta metros de la orilla. Es la primera vez que me ocurre. Pero la saqué fácil. Guay.
También en una desafortunada maniobra se me salió la tabla de los pies y tuve que hacer lo que se llama un "rescate". También era la primera vez, y aunque sabía la teoría y mi monitor, a quien cariñosamente llamo "el hombre que susurra a las cometas", me lo ha explicado un par de veces, una cosa es eso y otra muy distinta que te ocurra en medio de ninguna parte, sin nadie a tu lado para orientarte o ayudarte, con la tabla a quince metros en contra del viento, y una fuerte corriente de cuatro nudos alejándola de tí. Pero me salió perfecto y a la primera, quizá en gran parte a la sangre fría y tranquilidad que vengo desarrollando de un tiempo a esta parte.
En resumen, un remojón guay, intenso, hice catorce o quince largos y estuve casi dos horas en el agua disfrutando.
Hoy, tras una jornada fantástica ayer con fiesta al borde el río Guadalquivir incluida, he pasado la tarde en familia en la playa. Ha hecho un día genial, y mis retoños y yo hemos cogido olas hasta aburrirnos.
Un fin de semana intenso, bonito, especial en muchos sentidos.
Pero para intenso, intenso de verdad, esta toma en blanco y negro que he econtrado en uno de los blogs que sigo habitualmente:
Dallas, intenso. |
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