Como siempre pasa con estas cosas, Barcelona se lleva la palma, y pueden verse por sus calle verdaderas maravillas que poco tienen que envidiar a las virguerías estéticas que pululan por Londres o NY.
Españistán siempre ha ido a remolque con las modos, y una o dos temporadas de retraso son necesarias para que las cosas lleguen. Pero hoy día, con internet al alcance de nuestros dedos, constantemente actualizados desde el gayfón o dispositivo análogo, los tiempos se reducen, las distancias se acortan, las modas son globales, y los intereses casi también.
De modo que por mi mente ha pasado alguna vez la idea de hacerme de una bici de pista reconvertida a callejera impenitente. O viceversa.
Pero antes de dar el paso me he informado, he investigado los orígenes, los porqués, los pros y los contras. Y no es difícil darse cuenta de lo suicida que puede llegar a ser tal actividad: circular por la vía pública con una bici sin frenos, en la que no puedes dejar de pedalear, tiene tantos imponderables, pueden ocurrir tantas cosas que mejor prefiero ni pensarlo. Es de locos, verdaderamente.
El piñón fijo tiene un único objetivo: mínimo peso y máxima eficiencia en el pedaleo. Con una línea de cadena perfecta y el desarrollo adecuado, es la mejor forma de no perder vatios de potencia y maximizar la duración de los componentes sujetos a desgaste. Eso, para una pista ovalada de madera con grandes peraltes en sus dos curvas, puede ser lo ideal. Para circular alegremente por la calle, definitivamente, es una jodida locura propia de una mente perturbada.
En fin, que mi colega Antoñito Monkey -no me pregunten el porqué del apelativo, nunca lo supe, y a estas alturas ya importa poco-, un apasionado de la bicicleta, se ha comprado una. Vale, es una de baja estofa, pero nadie se va a gastar una pasta en algo para probar y que luego resulte rana, ¿no?
No sé ni la marca, pero tampoco me quita el sueño, la verdad. La fixie es lo que es: un cuadro, un par de ruedas, un manillar y unas bielas que siempre te empujan para adelante, tanto como tú las empujes a ellas.
El objeto en cuestión |
El problema principal no está en arrancar, sino en parar. Las bielas siguen girando mientras la rueda trasera lo haga, y en verdad, es tan sencillo como levantar las piernas y quitar los pies de los pedales, pero eso tan sencillo que aun niño pequeño le sale sin querer, a mí, que llevo décadas montando en bicis "normales", me costó dilucidarlo.
Un simple gesto como girar en redondo en una calle puede tornarse en algo complicado si tienes que sincronizar el pedaleo y teniendo cuidado de no tocar con ellos en el suelo al tumbarte. Bueno, eso puede venir de unas bielas demasiado largas para este tipo de bici, que suelen llevar longitudes inferiores a 165 mm, y no los 175 habituales.
No quiero ni pensar en parar ante un imprevisto -un perro que se cruza, un bache, una pelota seguida de un niño, un semáforo que se torna rojo cuando vas lanzado...-, que en una bici de éstas se puede convertir en causa casi segura de revolcón y heridas y contusiones varias. Madre mía.
Hay que cambiar la técnica: no se frena o para, sino que se esquiva y punto.
En resumen, no es bici para viejos, y creo que con eso lo digo todo.
Yo tambien estoy dando vuestas a montarme una de estas, pero ahora no tengopasta ni sitio para guardarla, ya mas adelante me lo volvere a replantear jejeje. Tienes que ver la peli "Sin frenos", te gustara.
ResponderEliminarGibri, piénsatelo bien, puedes perecer en el intento. Solo para locos.
ResponderEliminarEn cuanto a la peli, me intenté descargar tiempo ha, pero el torrent no tenía fuentes y lo dejé por imposible. Lo intentaré de nuevo...