Aprovechando unos días de soledad, sin limitador ni pequeños cuervos a mi alrededor, estoy teniendo una serie de pequeñas pero provechosas experiencias.
El mismo sábado subí de nuevo por la N635, esa carretera maldita -en el sentido de maldecida por el Servicio de Tráfico que vela por nosotros- que tantas satisfacciones me diera en el pasado, con aquellas "subidas infernales", cada sábado a las 4 de la tarde. Cada sábado.
Lo infernal acabó, pero un escorpión es un escorpión, o la cabra tira al monte, de modo que me puse un pantalón de cuero con rodilleras protectoras y unas deslizaderas, mis botas racing, mi casco arañado, y una chaqueta de verano cubriendo la espaldera.
Un rollo tener que ir mirando tras cada curva, buscando algo raro, una señal, algo que indique los peaso cabronaso están parapetados, camuflados, esperando. Un cafelito con hielo, y un poco antes de las 19'30 ya iba de vuelta. Siempre me gustó más la vuelta, no sé porqué. Quizá la subida del puerto justo antes de Zalamea la Real tenga algo que ver. Justo arriba del todo me adelantó un "piloto", luego supe que se llama Johnny, El Gitano. Todo una declaración de intenciones. Yo iría a unos 130 ó 140, y me pasó como una exhalación, en serio. Cuatro curvas más adelante, en la entrada a Zalamea, la habían dado el alto una pareja de la motorizada, y ya estaba con el casco quitado y abriendo el colín de la R1.
Imposible que llegara a tiempo para ver el partido de España...
Yo, en cambio, llegué, tomé una ducha, y vi el partido en una barbacoa/fiesta de cumpleaños del chaval de Pedrito, lo que me satisfizo enormemente.
Quité el chicken strip de la cubierta trasera de mi Minigixxer, y voy cogiendo más confianza. La siguiente subida tiene por reto pegar un par de pastillazos con la rodilla. Quizá entonces me aplaque un poco.
Ayer domingo, un calor de cojones. Todos mis planes de montar en bici se fueron al garete. Bueno, por algo será... Lo pasé entero viendo tres o cuatro pelis, y acabé un libro que tenía entre manos, "Pensamiento y motocicleta", de Craig Jones: un tratado de filosofía donde la moto figura únicamente como nexo de unión entre los diversos conceptos que se tratan, y excusa para poner claros ejemplos. Muy interesante, y altamente recomendable su lectura aunque a ustedes las motos le parezcan las cucarachas de la carretera. Temas tan candentes como las implicaciones medioambientales, lo que debe ser considerado arte o no, el valor intrínseco de las cosas -si es que lo tienen, claro-,... son sóllo algunos de las ramas que se tocan, con un claro lenguaje y fácil de comprender. Mucho mejor que aquél que leí en verano, "Zen y el arte del mantenimiento de la moto", que no me pareció ni tan claro, ni la cuarta parte de ameno y divertido.
De todos modos, para acabar bien, esperé a las 9 de la noche, con 30º C, para salir a correr un poco. Hacía casi tres meses que no corría dado un dolor que me salió en la rodilla que me tuvo bien fastidiado un par de semanas. Lo achaqué a correr con la leve cojera. Pero ayer, quitando el detalle del bochornoso ambiente y que, error, comencé acometiendo una importante subida y sin calentar, corrí sin problemas. Me falta mucho para correr bien, y sentirme seguro para hacer movimientos laterales o sprintar, que veo aún muy lejos. Pero se le ve el final a la cosa, y eso es importante ahora que los avances son más y más lentos.
Hoy, tras una mañana rara en el curro, he comido por primera vez con el aire acondicionado puesto este año. La situación lo requería. Una leve siesta en el sofá, y luego me he hecho el valiente, me he enfundado el culotte y el maillot, rellenado el camelback con agua fresca, y con mi 29r he ido a dar un voltio a 32ºC. Puta locura.
No es para tanto, ya que había como una calima o niebla alta que tapaba bastante sol, lo que lo ha hecho más llevadero. Como dato de las condiciones de aquí, señalar que ahora mismo, a las doce y veinte de la noche, tenemos 28º en la calle.
El paseo ha ido bien, he sacado una buena media teniendo en cuenta las tremendas agujetas por culpa de la moto y por correr:
Para terminar, he recibido unos pictogramas positivados a todo color de lo que ha estado haciendo mi amigo Sergi este fin de semana en Vallnord, Andorra. Se trata de la Maxiavalanche, una carrera popular de bicis que se hace por estas fechas desde hace cinco o seis años. Sergi ha ido este año por primera vez. La peculiaridad de esta carrerita es que sale desde lo más alto de los Pirineos, y acaba allí abajo, en medio del pueblo, atravesando pistas de esquí, senderos muy inclinados en medio del bosque, zona de velocidad pura y dura cuesta abajo, zonas pedaleo... Se requieren unas bicis un poco especiales, no lo que se acostumbra a ver por aquí en Huelva, salvo que te vayas a la sierra de Aracena, claro: