He tardado algunos meses en terminar de leer la obra cumbre de Ayn Rand: "La rebelión de Atlas". Y ha sido así por varios motivos. En primer lugar es la novela más larga de la literatura universal, quitando a La Biblia...
Además, el único formato en que me fue posible adquirirla consistía en un libro de encuadernación rústica de más de 1.200 páginas en papel fino y letra minúscula.
Para que se hagan una idea, es más larga que la trilogía entera de El Señor de los Anillos más El Hobbit. Claro, si no leyeron en su día a Tolkien, esto les dirá más bien poco -yo lo hice con dieciséis años-.
Aparte de ser una novela magistral, rayana en la ciencia ficción, una distopía -lo contrario a una utopía, o sea, es como una representación de un mundo basado en un sistema que se derrumba, que no funciona, como ocurriera en otras obras clásicas de la ciencia ficción como Farenheit 451, o 1984, por ejemplo-, el contenido filosófico es tan grande, tan voluminoso, que algunos pasajes se hacen duros, pero maravillosos a la vez.
Ayn Rand aprovecha su obra máxima para mostrar y dejar para la posteridad todo un catálogo de sus ideas, que conforman en conjunto la corriente denominada objetivismo. Pero no sólo las defiente -a sus ideas-, sino que machaca a todas aquellas que se le enfrentan, demuestra la invalidez de sus rivales, y predijo con casi cincuenta años de adelanto el caos social y económico que vivimos hoy en Occidente.
No es tan fácil de leer como la también magnífica El Manantial, que me introdujo en la ideología randiana, pero la trama está tan bien realizada, la caracterización de los múltiples personajes tan lograda, el retrato de la situación social, todo es tan real que parece escrita ayer mismo.
Yendo al apartado filosófico, bueno, como casi todo en filosofía se puede estar de acuerdo o no, ciertamente. Yo lo estoy, aunque encuentro la postura de Ayn un poco extrema a veces. En general comulgo con ella, ya está bien de tanto colectivismo hipócrita, refugio de parásitos y vagos. Hay que dar un golpe en la mesa, denunciar esa aberración destinada a defender a la mayoría improductiva en detrimento de la minoría que realmente hace progresar a la sociedad.
Pero es complicado, los vagos, los caraduras, son más numerosos, siempre lo han sido. Y está ese Leviatán, ese Estado todopoderoso que, en nombre del bienestar de una mayoría se dedica a esquilmar recursos, a robar a la fuerza, a exprimir a quienes realmente les están sacando las castañas del fuego. Pues ya saben lo que puede pasar... si quieren saber el final lean el libro. Tardarán mucho, pero no será en absoluto una pérdida de tiempo porque aprenderán muchas cosas como yo las he aprendido, y si ya las sabían no duden en que sus pensamientos, sus sospechas, se verán reafirmadas y comprobarán cómo, curiosa y extrañamente, hay más gente que piensa como usted.
Un 9'5 sobre 10 para La rebelión de Atlas.
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