domingo, 15 de enero de 2012

singletrack fury: épico

Fuerza y honor. Es una breve frase que me repito ocasionalmente, por lo general cuando la situación lo requiere, y últimamente ha sido más a menudo de la cuenta.
Hoy he salido, junto al incombustible Pedrito, a hacer una ruta que ha terminado siendo algo sui generis. Tenía preparada una bella sucesión de singletracks para él, que ha entrado como un ciclón en el ciclismo de campo a través y no amedrenta ante nada. Pero a mitad de la salida la lluvia, que según los pronósticos de los profesionales que se dedican a predecir estas cosas no iba a aparecer hasta hora y media más tarde, la lluvia, como iba diciendo, nos ha sorprendido en lo mejor. Una pena, porque nos ha obligado a cortar por lo sano y coger pista tras pista, puercas todas ellas, para llegar pronto a casa y no perecer en el intento.
La temperatura ha bajado tres o cuatro grados de golpe, y encima nos hemos llevado el remojón del siglo... menos mal que ambos íbamos pertrechados con chubasqueros para esta remota posibilidad!!
Aún así, tanta agua durante casi una hora, ha hecho que una ruta corta y fácil se convirtiera en algo de tintes casi épicos. La experiencia, al ser compartida, ha sido más bonita y llevadera, es cierto, y sin duda estas cosas te hacen más fuere y capaz.
Desde luego que no hay pruebas fehacientes de tipo pictograma o videograbación, porque ninguno de los dos se fiaba de que los aifóns fueran water-resistant, y además hoy no hay pantallazo del Endomondo con la ruta y sus datos porque se me olvidó apagarlo al llegar al coche, que dejé aparcado en casa de Pedro.
Pero observando el resultado final les puedo decir que han sido veintinueve km, a una media pobre, pero lógica dadas las circunstancias, de unos quince por hora.
Les escribo esto ahora después de lavar la bici, exprimir cuatro naranjas y tomárme el resultado mientras charlaba con el limitador, darme una reconfortante ducha caliente, y sentarme en mi sillón con las patas en alto. Por supuesto estoy escuchando algo de música y bebiendo un cognac en copa de balón, que creo que es un buen modo de rematar un domingo cualquiera.
A su salud, por supuesto.

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