La moralidad sobre lo legal o ilegal, lo correcto y lo no correcto, el bien y el mal, son temas tan antiguos como lo es el propio hombre.
No es nuevo, pero no por ello menos interesante aunque las conclusiones a las que se pueden llegar son tópicos clásicos de la filosofía.
Así, en los EUA, hubo una Ley Seca y estaba prohibido vender, comprar y consumir alcohol, pero sólo fue durante un par de años. Antes y después, el consumo y el comercio de alcohol era y es legal, por lo tanto es admisible su consumo y no reprobable su abuso en tanto en cuanto uno se ponga violento o afecte a la economía familiar. O sea, un rico puede beber hasta morir de colapso etílico siempre que no le ponga la mano encima a su limitador, su prole, o a los demás clientes del bar.
Otro ejemplo es la metanfetamina, que durante años fue legal, uno la podía encontrar en cualquier farmacia de los Estados Unidos de Norteamérica sin receta, y un buen día, de la noche a la mañana, se convirtió en ilegal por algún arbitrario -o quizá no tan arbitrario, ejem- designio del legislador de turno. Hoy es una de las drogas ilegales de más éxito allí, mientras que antes, cuando era legal, nadie le echaba cuenta.
Esto me lleva al curioso efecto que tiene lo prohibido en la mayoría de los humanos. Siempre se ha dicho que el fruto prohibido es más dulce, y supongo que hay una explicación sicológica para este suceso.
¿No será que es al reves y lo tentador está siempre prohibido?.Ya que los que prohiben saben muy bien que es tentador y de esta manera lo controlan y regulan a su antojo para tenernos dominados. Bueno, esto suena a teoría de la conspiración, y no mola.
Yo pienso, como amante de la libertad -no se olviden del nombre de este blog, nunca-, que toda prohibición coharta nuestra libertad, reduce nuestra capacidad de elección. Esto provoca una reacción en rebeldía, algo del tipo "tú no eres nadie para decirme qué puedo o qué no puedo hacer", ya saben, como los adolescentes. Los que como yo sufren el síndrome de Peter Pan, nunca maduramos o crecemos lo suficiente, y siempre pensamos en esos términos. Las mujeres maduran más, y antes, y por eso hay pocas mujeres rebeldes.
Es simple.
Hace un par de años se fumaba en los locales cerrados, y vale, a algunos no les sentaba bien, habíamos aprendido a vivir con ello, pero no había un movimiento social en contra de los fumadores. Con la prohibición se creó dicho movimiento, fue como un detonante. Hoy no se puede fumar en locales cerrados, y la verdad es que los que no fumamos lo agradecemos, y al final los fumadores lo han aceptado, entre otras cosas porque no les queda otro remedio. ¿Antes bien y ahora mal, o al revés? Depende de a quien se le pregunte, claro. Ergo no hay un consenso sobre este asunto, no hay una moral absoluta al respecto.
¿Debe la moral ser absoluta, irreprochable, incuestionable? La historia nos da múltiples ejemplos de que eso no es así, la moral es manejada en forma de plasmación legal por los poderes fácticos del momento. La Moral es la moral del que manda, no hay más.
Luego, uno actúa de conformidad con su propio criterio, que puede ser acorde a la Ley o no. Aclaro en este momento que estoy haciendo coincidir Ley y Moral, porque la teoría dice que hay que hacerlo coincidir, que la Ley está para dar fuerza al Estado para luchar contra el Mal, defender el interés del ciudadano, defender el bien. De todo esto que estoy diciendo se me van ocurriendo cienes y cienes de ideas y ramificaciones, en un brainstorming inacabable que no ha lugar aquí y ahora.
Lo único que quiero es darles qué pensar, y que no critiquen ciegamente al que se fuma tranquilamente un porro -completamente legal, recomendable y bien visto en sitios como Jamaica- sin hacer daño a nadie, o al que viste diferente, o al que piensa diferente.
No juzguen, y no serán juzgados. Dedíquense a contemplar en libertad, y rebélense a su modo contra lo que ustedes consideren estúpido, por favor. Es lo que nos diferencia de los borregos.