domingo, 16 de octubre de 2011

Gastro

Esta noche les voy a relatar que he almorzado, en familia, en El Rompido. Sí, ya sé, tiene una mierda de playa que no es ni una playa ni es ná, pero El Rompido sigue teniendo ese encanto de los pueblitos pesqueros, y poquito a poco parece que se va reconvirtiendo hacia el turismo y el ocio.
No hablaré ahora de los hoteles y apartahoteles, ni de las urbanizaciones de acosados, ni de campos de Golf. No.

Un amigo me lo recomendó ayer por la tarde, y como la ocasión la pintan calva, y hoy no me apetecía pescado a la plancha, que es algo que no falla nunca en la Huelva costera, pues me decidí a probar.
Para empezar, tuvimos bastante suerte, ya que pillamos la última mesa fuera. El interior no lo he conocido, aunque mis hijos me han dicho que hay una pecera espectacular, con algas y peces grandes de colores.
Lo malo de la "terraza" exterior es que hoy, por ejemplo, el sol picaba de lo lindo, conque hay que tratar de ponerse a la sombra o echaremos a perder un magnífico almuerzo.
La carta o repertorio es llamativo porque uno no se espera eso en un sitio así, con aspecto de mera o simple taberna, pero esconde un estilo peculiar y "modernito", un tipo de cocina algo más elaborada de lo habitual y con sujerencias que invitan a hacerse el valiente y pedir. No me ha defraudado lo más mínimo: carpaccio de atún -se notaba que era un poco prefabricado, pero no estaba malo-, ensalada de magnífico tomate con mozzarella y vinagre de módena -muy socorrido y que a todos gusta-, las famosas canastillas -recurso de origen oriental, casi seguro, y que me ha recordado, salvando las distancias, algo similar que hacen en Casa Rufino, de Isla Cristina-, crepes de jamón y queso para los niños -yo probé una y me gustó, pero a uno de los niños no, quizá no esperaba encontrarse una masa dulzona de crepe mezclado con el fuerte queso-. También tomamos unas excelentes croquetas de bonito que desaparecieron muy rápidamente del plato, que es buena señal sin duda. Y el magret de pato, algo delicado de hacer, y arriesgado de pedir, pero la señora que servía las mesas lo recomendó y yo disfruté paladeándolo delicadamente, como un plato así merece. Entre medias, también cayó una pimentada con atunarro: para mi gusto, los pimientos asados un poco flojos, pero supongo que así gustan a más gente, y es que yo, ya saben, soy un poco heavy.
Detalles de interés: tienen carne, y según lo leído y oído, de excelentísima calidad, pero no esperen chollos de precio ahí; las cervezas las sirven en vasos adecuados y a temperatura correctamente gélida, no como en la mayoría de los restaurantes; el servicio es educado, atentísimo, y rápido. Los platos se sucedían sin solución de continuidad, no hubo esperas ni historias de ningún tipo, y eso que estaba absolutamente lleno.

Cuidado, no se lleven a engaño, el sitio es un poco cutre, pero la cocina es buena, y siempre se agradece la frescura de salirse de la norma en un sitio de playa. Estas cosas le vienen muy bien a Huelva, que suele ser provincia de sota/caballo/rey, ya me entienden.
Comimos los cuatro por 68 ecus, lo que está muy bien teniendo en cuenta la calidad.
Recomendable.

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