Otro día magnífico, aunque menos. Me explicaré: hoy no tenía coche para llegar a mi punto de partida, por lo que he tenido que hacer nueve km de ida, y otros tantos de vuelta, por el infame carril bici que une Huelva con la playa de La Bota. Lo peor. Como siempre he tenido que lidiar con todo tipo de transeuntes ineducados, perros asquerosos a su libre albedrío descuidados por sus estúpidos dueños, pescadores chulos de puta, y un tapón formado por curiosos que cotilleaban el accidente de un ciclista... Imaginen todo eso elevado a la enésima potencia por ser hoy domingo y hacer un día espléndido después de dos días de lluvia incesante y frio glacial.
No obstante, una vez alejado de los caminos más transitados, encuentro el nirvana en esos singletracks recónditos, senderos elegidos para escogidos del enduro light, del disfrute del derrape, del deslizar con control. Paré aquí para tomar un buen polvorón o mantecado, elemento con el que sustituyo en esta época del año a las barritas energéticas:
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Puentecito para que los senderistas de mierda no se mojen los pies con un charquito que vadea. |
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