Hace ahora más de un año, con mi muy querido colega Jul, me aventuré por el enduro de Lepe, por la zona que va rodeando el Embalse de los Machos. Fue una ruta para olvidar, y me sabe mal porque Jul se hace doscientos km, sí, 200, para echar un rato conmigo. Me venía muy bien en aquella época, un poco convulsa para mi ánimo, y creo que él lo sabe.
Fue para olvidar porque habían estado desbrozando y el estado de los senderos era prácticamente impracticable.
Hoy me he aventurado de nuevo por el mismo sitio, haciendo el camino al revés de como siempre lo había lo había hecho, y ha resultado fantástico. Jamás había rodado por allí en mejores condiciones. He echado mucho de menos a mi colega, pero, bueno, hay más días que ollas, y ya llegarán tiempos mejores.
Prueba fehaciente de mi estancia y del insuperable estado del inacabable singletrack:
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