Hace un par de días volví a rodar durante casi tres horas tras más de dos meses de inactividad ciclista. Y recordé estas máximas que una vez encontré surfeando la red:
• Estar tan fatigado que no crees ser capaz de volver a casa.
• Descubrir cómo una Coca-Cola comprada en una tienducha puede resucitar a los muertos.
• Estás en la bici por quinto día consecutivo, y el culo ya no duele.
• Soplar un moco por la nariz sin golpear el hombro, o la pierna, o el ciclista que va detrás de tí.
• Notas que alguien más tiene grasa de la cadena en la pantorrilla derecha.
• Te caes, has pinchado, te has fatigado, te has dado la vuelta, y cuando llegas a casa dices que ha sido un gran paseo.
• Limpiar la piñonera con tu cepillo de dientes viejo.
• Tener una caída e inmediatamente preguntar, "¿cómo está mi bici?"
• Explicar tu entrenamiento con exquisito detalle en un blog, y luego darse cuenta de que a nadie le importa.
• Esprintando y superando a un perro enloquecido.
• Descender por un sendero por el que no podrías caminar con seguridad.
• Tener la sensación de estar superfuerte, y luego darse la vuelta para el viaje de vuelta y darse cuenta de que había un viento de cola.
• Preguntarte si el ciclismo importa demasiado.
• No preocuparse si lo hace.
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