Hace poco más de tres años que vendí mi última gran moto. La moto con la que más he disfrutado de las nueve que he tenido, con diferencia. Una moto cara, cuya pronta y repentina venta aún estoy pagando sentimentalmente. Una máquina hecha para ser conducida sin compromisos.
Aunque todas las motos deportivas están construidas para disfrutar, sin duda, la 999 que tuve era una obra de arte. Se podía disfrutar simplemente viéndola aparcada bajo el sol, o bajo la anodina luz de un fluorescente en el garaje. Sólo arrancarla y escuchar el bramido escupido por su escape italiano de fibra de carbono merecía la pena pagar lo que se pedía por ella en el concesionario.
Conducirla era no sólo un privilegio, era todo un honor, era la culminación apoteósica del éxtasis del pilotaje. Rígida, noble, fácil, suficientemente potente.
Pero dejaré mi paja mental ahora para comentar aquí mi deseo más íntimo e inconfesable. No. No quiero una moto así. No más conducción al límite, jornadas de circuito, derrapes en la montaña, piques del sábado por la tarde. Tiré por la borda la botella de mis esencias deportivas, colgué los guantes de mis aspiraciones a la emulación de ídolos motoGPianos. Y lo hice para siempre, oh, amigos.
Una moto para pasear, bonita, de sonido inconfundible, de manejo especial. Con potencia suficiente para llevar a mi mujer con solvencia durante los km que hagan falta. Con la estética que sólo el diseño italiano puede dar, con el carisma de una Ducati. O con la personalidad, el sonido, la presencia, de un auténtico hierro de Milwaukee.
Con la popularización de la marca italiana a raiz de sus recientes victorias en la competición, ya no es lo mismo que hace casi diez años, cuando me compré mi primera Monster. Aun así, no me importaría poseer una de ellas, de aquella época. Monster 600 o 750, sencillas, bonitas, básicas... y "baratas", teniendo en cuenta que el escalón de acceso a la gama actual raya los 8.500 ecus.
La opción americana es aún más descabellada. Una Softail empieza a venderse nueva sobre los 19.000 ecus, mucha pasta, que puede reducirse en unos tres o cuatro mil en el caso de buscar en la segunda mano. Dyna desde 14.500 ecus...
Pero también me acabo de regalar un descapotable, muy caro; tengo el trastero lleno de bicis que no tengo tiempo de usar; paso horas frente al ordenador navegando por i-net; mi colección de coches de scalextric aumenta sin parar; y me planteo algún que otro viajecito con mi familia... incluso leo un poco por las noches!!
Todo no se puede tener, aunque mi bonanza económica actual es tan buena como seguramente pasajera, y me gusta aprovechar el momento, porque... ¿quién sabe lo que pasará mañana?
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