jueves, 15 de mayo de 2025

En Little Mahui de nuevo

Un invierno que pasó sin pena ni gloria en el ámbito deportivo para mi persona, en parte por cierta desmotivación (estas cosas vienen y van), en parte por acomodamiento y preferencia por condiciones perfectas. 
Sólo dos veces estuve en la playa, y ambas con twintip, desde que en septiembre cerrara la temporada veraniega con el foil. 
Y ahora, con la primavera bien entrada en el calendario, he navegado dos días seguidos, uno de ellos volviendo al strapless y prácticamente estrenando mi flamante Naish Boxer de 10 metros (la usé dos veces en septiembre, pero con condiciones marginales de viento), que se ha revelado como una fantástica cometa para olas. 

Paraíso en modo ON

Feliz con el nuevo juguete

Aunque había poca ola, pude saborear las mieles de los nuevos diseños y materiales, el potencial, la sorpresa del rendimiento. 
Deseando que se den de nuevo las condiciones para explorar más las capacidades de la Naish.
 

Vámonos a la Feria !!

¿Qué es una moto? O para rizar el rizo, ¿qué no lo es? Porque hay motocicletas, y hay inodoros con ruedas, wáter portátiles en los que, si te da un apretón, puedes levantar el asiento y obrar en el hueco que hay bajo el mismo.
Siempre me reí mucho con esto, y hasta llegué a criticar a los defensores del concepto... hasta que adquirí uno de estos pequeños vehículos para que mi hijo mayor se desplazara libremente a la universidad y sintiera en su cara sus primeros aires de libertad. 
Siendo que actualmente el niño está cursando estudios de postgrado en Sevilla, allí que llevé la motillo, en una épica aventura que ya conté aquí en el blog anteriormente. 
Y como quiera que estos años pasados el ir y venir a la Feria en coche se ha convertido en una maldita ruina, tanto por prohibiciones y cortes, como por atascos y desmadre, este año decidimos aprovechar las ventajas de las dos ruedas, como ya hiciéramos hace muchos años el limitador y yo. 
Y aunque las prestaciones del pequeño motor de 125 y escasos 10'5 cv no son para tirar cohetes, cumplió con creces con las expectativas creadas a priori, lo que fue causa de gran alegría familiar.
Prueba fehaciente de los hechos relatados:


 

miércoles, 14 de mayo de 2025

Cosas que hacer en una moto usada

Parte del proceso de cambiar un retén de horquilla y su aceite... como bien dice P.R., "tiene más de veinte años y eso no se ha cambiado nunca", se fue en la primera salida, y curiosamente, entre las cosas que me dio el anterior dueño en una cajita (incluido el manual de usuario original) había un retén nuevo:




Comprar una moto usada, que ha pasado seguramente por varias manos, siempre es una lotería, y el premio puede ser gordo en ocasiones.

Ya he tenido varias motos de segunda mano, y no me asusto con las cosas que me encuentro, sobre todo porque soy realista y sé que una máquina de campo con veinticuatro años... algo debe tener, es imposible que esté perfecta, eso no existe. Y si existe es porque ha sido objeto de un concienzudo trabajo de restauración en el que se habrá invertido mucho tiempo y también, por supuesto, dinero, lo que se hubiera traducido en un alto precio de venta.

Con la Yamaha TT600R que compré con 39.800 km en el marcador, matriculada en mayo de 2001, creo que la cosa no ha ido tan mal, teniendo en cuenta que salió bastante bien de precio, un precio realista quiero creer.

La cosa es que el que me la vendió apenas la usó, unos mil kilómetros en el año que la tuvo en sus manos, y claro, igual que los músculos que no se usan se atrofian, las máquinas también hay que usarlas habitualmente o se acaban estropeando poco a poco, hoy deja de funcionar esto, mañana aquello...

Así he tenido que comprobar que el nivel de aceite es correcto y el filtro de aire se encuentra en buen estado, la bujía es nueva, he tocado un poco las suspensiones, tuve que limpiar el retén de la barra izquierda porque perdía tras la primera salida (un parche provisional, porque al final tuve que cambiar el dichoso retén, como consta al principio de la entrada), engrasar los cables del acelerador, desatascar el cierre portacasco, tensar la cadena, poner neumáticos nuevos, cambiar la matrícula, ajustar los rodamientos de la dirección (A.L. me tuvo que prestar una llave grande, porque yo no tenía como acometer el aflojamiento de la tuerca de 41 mm nada menos)...

En fin, cosas típicas, pero ninguna grave. Una moto de campo exige un mantenimiento constante, y si no tienes ciertas inclinaciones mecánicas, enseguida se resentirá su funcionamiento.

Quedan pendientes para el parón veraniego algunas cosas, como la recomposición del amortiguador, así como investigar en el cableado delantero para sanear lo que quiera que sea que impide el funcionamiento del testigo de la luz de cruce y de la iluminación del velocímetro. Siempre hay alguna cosita con los vehículos todo terreno.


lunes, 28 de abril de 2025

La Tiger en su ambiente

Un día cualquiera de esta pasada Semana Santa, hicimos una larga ruta por campo, yo con la TTR, Pedrito R. con su XR650R, y el último fichaje, Blas, con una KTM890Adventure R, desde Huelva, hasta Valdelamusa, ruta minera que ya hemos realizado algunas veces, y que en esta ocasión presentó varios puntos picantes dado el caudal que presentaban varios arroyos que tuvimos que vadear. Lo pasamos muy bien, pero se rompieron las bridas que sujetaban el velocímetro y los testigos de mi yamajita, y tuve que recurrir a un amarre de urgencia con una cincha que llevaba Pedrito, al no disponer de ninguno de nosotros de otras bridas de emergencia (juro que nunca más volveré a depender de los demás para estas lides).
Con tan mala fortura que por llevar demasiado apretada la careta con la susodicha cincha, ésta acabó partiendose y perdí un trozito.

Pasados un par de días, decidí desandar el camino desde Valdelamusa hasta cierto puente, que es donde ocurrieron los hechos, con la Tiger 955i, que me permitiría llegar con celeridad y prestancia hasta la pequeña localidad minera por carretera, y seguir el track al revés por una estrecha pista que era antiguamente una vía de ferrocarril para transportar el mineral. Nada difícil, a pesar del peso de la bicha, algunos baches y escalones, y dos grandes charcos que tuve que cruzar, sin miedo, eso sí, porque ya los pasamos anteriormente y conocía su profundidad y consistencia del fondo. 
El viaje, aunque entretenido, fue del todo infructuoso, no encontré el cacho de plástico, y me vine todo el camino de vuelta pensando a ver cómo iba a reparar el desaguisado.
Les dejo ahora algunas instantáneas de los hechos referidos:




 

sábado, 26 de abril de 2025

La Humanidad



 - Mire amo, ese tiene un caballo.

- ¿Y tú quieres un caballo, Stephen?

-¿Para qué quiero yo un caballo? Yo lo que quiero, es que él no lo tenga.


Quentin Tarantino, resumiendo la historia de la humanidad en 3 líneas 🤣👌🏻

sábado, 19 de abril de 2025

Yo, un ciudadano resignado

 Escribió Montesquieu que «una injusticia hecha al individuo es una amenaza hecha a todos». ¿Cuánto mayor será entonces la amenaza cuando la injusticia es institucional y sistemática? O peor, ¿y si la amenaza se convierte en un estilo de gobierno?

La diarrea legislativa no es una afección provocada por la bacteria de la estupidez tecnocrática que descompone las tripas del Estado. Muchos de los trámites que rozan el absurdo no están ahí por error, sino por diseño. Se legisla con la intención de crear cuellos de botella que sólo pueden ser superados mediante la relación de parentesco, sea política o familiar, o el pago del oportuno peaje.

la corrupción es un drama sin gracia porque su destrozo no se limita a la economía; también destruye la moral pública. Si los de arriba hacen trampas, ¿por qué no habría de hacerlas el ciudadano medio? Un sistema donde la corrupción no es la excepción sino la norma contamina las percepciones de las personas, destruye la confianza mutua, estimula el cinismo y convierte la resignación en el estado de ánimo de la mayoría.

«El lenguaje político está diseñado para que las mentiras suenen verdaderas y la corrupción, respetable», escribió Orwell.

Los verdaderos costes de la corrupción no aparecen en los titulares de los diarios. Están implícitos en cada negocio que cerró o nunca pudo abrir, en cada joven sin esperanza o en el que, desesperado, opta por emigrar, en cada servicio público que no funciona o lo hace a duras penas con un coste enloquecido y, sobre todo, en cada ciudadano que, resignado, ya no espera nada de sus representantes. Si acaso, sueña con que el sistema se venga abajo, aunque en su caída se lo lleve por delante. Después de todo, no es que los corruptos hayan convertido el Estado en su cortijo. Es que lo han hipotecado y nos han puesto de avalistas.


Palabras de Manolo Burillo, a quien, a pesar de nuestra diferencia de edad, me unen muchas cosas por lo que parece. 

lunes, 7 de abril de 2025

Nuestra particular peregrinación al Rocío

Es costumbre en nuestro grupito de motos trail ir una o varias veces durante la temporada a tomar unos churritos al Rocío, la recompensa de un pequeño viaje que siempre tiene sorpresas. 
En esta ocasión, sólo éramos P.R. y servidor, que estamos cerrando un año campero (ya queda poco más de un mes para que empiecen las prohibiciones) muy movido dada mi adquisición de la TTR, y que los demás han ido dando el paso a motos más grandes y pesadas, menos aptas para estas lides.
Ayer fue uno de esos días en que me alegré muchísimo de haber vuelto a este mundo con una máquina más adecuada que la Tiger, aunque el año pasado ya hice mi incursión en una ruta similar sin mayores incidencias, aunque eso sí, eligiendo muy bien el trazado para evitar las trampas de arena que El Camino depara...
Pero las incesantes lluvias de las últmas semanas nos tenían preparada una aventura que no podíamos imaginar, y es tardamos exactamente tres horas y media en llegar a la localidad romera por excelencia, todo un récord: enormes lagunas que teníamos que estudiar bien antes de lanzarnos a sortearlas, fueron la constante durante el tramo conocido como "camino de Moguer", que se nos hizo eterno, aunque íbamos superando los numerosos retos uno tras otro. Vaya manera de sudar y jadear, y hubo un momento que creía que me iba a explotar el corazón en una de las veces que me tuve que bajar en marcha para empujar la moto mientras aceleraba sin parar porque se hundía en esa especie de arenas movedizas en que se convierte el fondo removido por el paso de coches todoterreno.




Finalmente, tras buscarnos la vida y tener que retroceder por no poder pasar un vado que iba llenísimo con una verdadera corriente de agua que quitaba el hipo, llegamos a la aldea, y como era tarde y yo había churros, decidimos repostar y tomar un refresco y un dónut en la gasolinera, donde P.R. tomo esta instantánea para el recuerdo. Cuatro litros y un decilitro gastó mi Yamahita en el duro trayecto, nada mal.


 La vuelta la tuvimos que hacer por carretera, más de sesenta km entre 90 y 100 por hora, ritmo al que nuestas motos podrían ir hasta el fin del mundo. No corrimos más por preservar las ruedas de tacos y porque estábamos demasiado agotados para plantar lucha al viento, pero es lo cierto que nadie nos adelantó en todo el trayecto. 

¡Qué contentos estamos con nuestras viejas compañeras!

la morte di Alfa


 

miércoles, 26 de marzo de 2025

domingo, 23 de marzo de 2025

Por segunda vez, y a pesar de las persistentes lluvias de la semana, este domingo 23 de marzo he vuelto a dar un paseo en la TTR con Pedrito R. 
En estos días pasados he podido hacer algunas tareas pendientes que tenía con ella: reparar una fuga de aceite en la horquilla izquierda (que se resolvió con una simple limpieza del retén, menos mal), engrasar los cables del acelerador (iba bastante duro y pensé en cambiarlos por unos nuevos, pero al engrasarlos han quedado fetén), y desatascar el portacasco, cuyo cierre con llave estaba inoperativo (unos chorros de aceite multiusos, cariñosos golpes con un martillito, y un poco de palanca, han hecho que funcione; no es algo que yo vaya a usar, pero me gusta que todo esté como debe). 


El plan era ir a casa de Perico H., en una finquita en término de Valverde del Camino, para visitarle sorpresivamente y comprobar su recuperación tras una reciente intervención quirúrgica. Iríamos por Gibraleón, para evitar la pista de Huelva a Trigueros, que es una recta interminable, aburrida y muy vista ya. El susodicho camino de Gibraleón a Trigueros se reveló como un enorme rodeo, pero estuvo bien comprobar nuevos recorridos (para mí, aunque ya lo había hecho una vez en bici, como iba recordando mientras lo hacía), a ratos divertido con charcos grandes, y en buen estado en general.


De Trigueros a Beas fuimos por una pista común, mil veces recorrida, donde sufrí la avería del pobre: la moto empezó a petardear y fallar hasta que se paró totalmente, y menos mal que lo primero que comprobé fue poner el grifo en posición de reserva y ¡arrancó a la primera!
De Beas hasta la finquita, llamada "La Umbría", fue una mezcla de pista amplia, pista con muchas curvas que sube paralela al arroyo Candón (recientemente arreglada y ensanchada), y después unos  caminos enrevesados con un par de subidas bastante rotas y con escalones, que pusieron a prueba nuestra pericia y la eficacia de las máquinas.
Finalmente llegamos a La Umbría justo cuando Perico H. y esposa salían con el coche a dar un paseo, gran casualidad. Dieron la vuelta y fuimos todos a su casa, donde en un santiamén nos prepararon un refrigerio y tentempié:


Los tres pedros, felices de reencontrarse después de demasiado tiempo:


Nos entretuvimos con animada charla, como siempre, y se nos hacía tarde, por lo que la vuelta fue por la vía rápida: carretera hasta Candón, donde cogimos pista hasta Trigueros, donde empalmamos, sí, la tristemente famosa pista que nos llevaría hasta La Ribera, y de ahí, por la carretera del cementerio, hasta casa. 
Verdor de campo, terreno húmedo, diversión sin incidencias, y contento de ir aprendiendo más cosas de mi Yamhita.